ECONOMIA SOCIAL Y SOLIDARIA. La Previa para el Buen Vivir
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El propósito de esta obra es contribuir a la precisión conceptual de la Economía Social y Solidaria como una práctica social de amplias perspectivas reivindicatoria de grandes masas de población empobrecidas y excluidas de los planes de desarrollo de las sociedades capitalistas modernas.
Aunque este
es un tema especializado que obliga a utilizar un lenguaje eminentemente académico,
su desarrollo, abarcando asuntos cotidianos del intercambio, la producción, la
distribución, y el consumo, podría situarlo al alcance del ciudadano común.
Por
igual razonamiento podría decirse que este es un tema de vieja data, pero lo
cierto es, que después de tantos siglos de discusión, apenas recientemente ha
surgido la tendencia a aceptar que el acto asociativo es el que entra a
caracterizar ese tipo determinado de relación social y política denominada
“solidaridad”.
Ciertamente,
los actos de intercambio recíproco entre personas dan forma y mantienen las
relaciones sociales, pero, es aquel sentir individual posterior al ofrecimiento
voluntario o a la solicitud de cooperación, el que compromete al cumplimiento
solidario de cierto modo de actuar. En otras palabras, “la solidaridad” es una
visión relacional conectada con los conceptos de “moralidad” y “vida ética”.
De
hecho, la solidaridad como compromiso de cumplimiento colectivo implica un
concepto moral, un sentido de obligación basada en una causa común que busca
transformar la situación normativa, desde aquella defensora del interés
personal a esta otra de responsabilidad social, inductora de obligaciones
morales propias. (Stockdale, 2021)
Ha sido
de reciente aparición el tema de la Economía de la Solidaridad, que considera la
prosperidad y el bienestar como un nivel de desarrollo social meritorio en el
cual cada uno pueda vivir más humanamente, sin la preocupación diaria de la
supervivencia, diferente a cualquier corriente de pensamiento resultante de la “Ilustración
europea”, ya sea liberal o marxista, que conciben estos fines como resultado de
la maximización de la producción en masa. (Boff, 1980)
Además, ayuda
a desarrollar el concepto de justicia social elaborado durante la Ilustración, distinguiendo
entre la redistribución asistencialista, o corporativista, y la “ayuda
solidaria”, de naturaleza horizontal y recíproca, controladas desde las bases,
e impulsadas por políticas “articuladoras, éticamente sólidas, que promueven al
hombre en su totalidad”. (Boff, 1979)
De eso
trata este libro. Tal como es sabido, todo proyecto social, para poder ser
movilizador y durable, tiene que propiciar la participación ampliada entre unos
actores que van progresivamente, y sin proponérselo, construyendo variantes de
los formatos económicos de la práctica social, y unos agentes internalizadores
de la eficacia de las prácticas siguiendo las pautas de su posición en la que
actúan como reproductores de las estructuras dentro de las que actúan.
Podría
proyectarse la idea de que, mediante la reproducción y articulación de más y
más cooperativas se puede avanzar hacia un mundo de cooperativas
interrelacionadas en diversos niveles de representación y coordinación, con
mercado y con Estado, pero para ello, el sistema cooperativo y sus valores tendrían
que ser predominantes sobre esos dos modos de redistribución y coordinación
económica. En la realidad actual, el cooperativismo es heterogéneo y no pueden
evitarse unos sectarismos parciales, ojalá superables, pero que no son
cuestiones marginales.
Es
preciso desarrollar otro tipo de asociacionismo, que encare la construcción de
nuevas formas de sociabilidad a largo plazo, con el objetivo de construir un
sistema de “asociaciones de asociaciones” capaces de instrumentalizar al Estado
y al mercado y no a la inversa. En otras palabras, otro sistema socioeconómico
que propenda por una versión del asociativismo patrocinadora de la construcción
de una sociedad democrática, justa, con libertad y solidaridad, libre del
mercado y del Estado, de otra economía.
Una
pretendida cultura comunitaria trata de esfuerzos y acciones de una misma
iniciativa y dirección institucional, por lo tanto, para su despegue pudiera
necesitarse la contribución de agentes externos y durante su desarrollo serían
requeridas distintas formas de asistencia técnica,
Aquí, de
lo que se trata, es de pensar en un conjunto de estrategias y tácticas dentro
de un proceso social abierto, en transición, aunque siempre en contradicción,
porque para no estar en guerra permanente, se busca ir ganando en organicidad
al nivel meso, donde se distribuyen las bases materiales para la vida, donde se
fija la subjetividad reinante.
Se
requiere una apertura de miras, capacidad para observar, comprender y aprender
colectivamente. Se requiere militancia y mística, aprender a oír y suscitar la
comunicación horizontal. Reconocer los sujetos existentes o potenciales y las
diversas practica económicas que se ponen del lado de las mayorías victimadas
por los sistemas. Clarificar el sentido de tales prácticas, a través de la
crítica, a veces apoyadas por marcos conceptuales abstractos pero que encuadran
consistentemente el pensamiento a materializar.
La
política democrática se basa tanto en una crítica del sistema imperante como en
la capacidad de iniciar y/o continuar un proceso político en el que se vaya
avanzando con pequeñas, medianas, o grandes transformaciones. Y esto debe
hacerse siempre basados en el consenso activo de los actores de esos cambios,
consolidando al mismo tiempo unos sujetos colectivos, es decir, que tales
actores se asocien con base a proyectos sociales y/o políticos compartidos.
El
desarrollo de la comunidad tiene como objetivo la promoción y movilización de
recursos humanos e institucionales mediante la participación democrática de los
diversos núcleos de población, o del personal en el caso de las dependencias
estatales, los sindicatos, las asociaciones gremiales, organizaciones
religiosas, y demás instituciones especializadas, con el objeto de generar
entre ellos un verdadero desarrollo de la comunidad en todos sus aspectos:
infraestructuras y acondicionamiento del territorio, fomento económico,
educación, participación política, fomento artístico y deportivo, entre otras.
En
principio es preferible que la iniciativa esté en la sociedad civil, pero también
debe buscarse que el Estado acompañe y apoye las demandas de recursos
materiales, de políticas públicas a favor del crecimiento de un sector orgánico
de emprendimientos económicos autogestionado por sus trabajadores. Todo ello dependiendo
de la coyuntura socioeconómica, de las voluntades políticas desplegadas.
El
primer capítulo de este libro trata sobre Generalidades de la ESS. Empieza con
la legitimación internacional del concepto y los puntos de encuentro entre la Economía
Social Europea y la Economía de la Solidaridad latinoamericana.
El
segundo capítulo, sobre los Formatos Económicos de la ESS, enfatiza en la
pluralidad, formalmente invisible, que desatan los formatos económicos de la
ESS insertos en un sistema capitalista predominante.
El
tercer capítulo se refiere a la Racionalidad (Objetiva de Max Horkheimer, 1973)
de la ESS, distinta a la racionalidad subjetiva (económica) del sistema
capitalista en el que la idea del interés egoísta toma protagonismo. Esta, la
nuestra, acompañando aquella parte de la ESS que, incorporando valores
orientadores de la producción y el intercambio de bienes inherentes a la
satisfacción de las necesidades sociales, busca el mejoramiento de la calidad
de vida de los sujetos.
El
cuarto se refiere al Marco Regulatorio de la ESS en Colombia, que si bien, en
general, ha servido para impulsar al denominado sector solidario persiste en él
cierta asimetría regulatoria contradictoria de la coherencia entre los
principios cooperativos y las normas comerciales, sobre todo al dirimir
conflictos.
El
quinto capítulo habla de las Otras Formas con Propósito Social, pero que no
encajan en el concepto purista de la ESS. Aquí es importante resaltar la
claridad que debe existir entre condiciones jurídicas y organizacionales para
obtener el aval de las Redes Internacionales de Economía Social y de la Solidaridad (RIPESS).
El sexto
punto habla sobre las Iniciativas e Innovaciones Originarias y Complementarias
de la ESS, en la que entre las originarias se incluyen las comunidades
ancestrales latinoamericanas, seguidas de las complementarias que descansan
sobre los conceptos de innovación en los que ha sido incorporado el
conocimiento científico-tecnológico y, en particular la innovación social que
hace parte de los actuales Sistemas Tecnológicos Sociales (STS) construidos para
enfrentar las nuevas crisis de la sociedad postmoderna.